Tanto para los alumnos como para los profesores, el CBL requiere un mayor compromiso de tiempo que las actividades de enseñanza-aprendizaje más tradicionales.
El modelo requiere que los profesores guíen a los alumnos en el debate en clase, al tiempo que renuncian a parte de su control habitual, lo que a veces permite que los alumnos cometan errores que pueden descubrir por sí mismos más tarde.
También puede preocupar que los alumnos elijan temas sobre los que el profesor sabe poco o que opten por utilizar tecnologías que van más allá de los conocimientos del profesor.
También puede resultar complicado integrar las competencias básicas de un curso o lección en el contenido del proyecto elegido.
Si a estas dificultades se añade la necesidad de guiar a los alumnos a través de la interacción con los miembros de la comunidad, las exigencias para el profesor pueden ser considerables.
Además, los métodos tradicionales de evaluación pueden resultar inadecuados para medir lo que aprenden los alumnos en un proyecto basado en retos.